Los judíos sefardíes, procedentes de la península ibérica fueron expulsados de España en 1492 y de Portugal en 1497. A pesar del tiempo transcurrido y de que se trata de una comunidad dispersa en diversos territorios, las comunidades sefardíes han mantenido su lengua y acervo cultural. Entre este patrimonio, destaca la música y de manera particular un buen número de canciones, con gran presencia en la selección discográfica que presentamos al lector de Luis de Carvajal el Mozo. La interpretación de dicho repertorio discurre desde el concepto de la grabación de campo realizada por informantes (cabe recordar aquí la figura de Alberto Hemsi (1898-1975), compositor y etnomusicólogo que en el siglo XX tuvo un papel similar con la música tradicional judía a la de Béla Bartók en Hungría), la interpretación de música tradicional con criterios historicistas (como en el caso de Jordi Savall), los revivals realizados con una mayor libertad, porque así lo permite una música que permanece a través del tiempo, en parte debido a su maleabilidad, o las versiones de canciones judías realizadas bajo una mirada más culta como sucede con las “Cuatro canciones sefardíes” armonizadas por el compositor Joaquín Rodrigo.

Desde otra mirada, intérpretes de diversos estilos musicales populares entre los que se encuentran el flamenco o el jazz, han utilizado canciones en ladino. Entre estas, se han seleccionado los temas sefardíes versionados por el contrabjista Avishai Cohen, la cantaora Rocío Márquez junto al violagambista Fahmi Alqhai, o Rita Payés a la voz y el trombón y Elisabeth Roma a la guitarra clásica

Todo ello es una muestra de que la cultura en general y la música en particular, es capaz de atravesar fronteras, permanecer en la tradición de las comunidades identitarias a pesar de las adversidades e interesar a otros músicos y espectadores de otras culturas, al margen del hecho identitario o religioso, primando por encima de todo el sentido estético.