Un libro de Alta Bibliofilia requiere de mimo y el máximo cuidado en todos los detalles que intervienen en su diseño y confección. Se trata de una obra de arte, y por ello debe asegurarse su perdurabilidad en el tiempo. El estuche es un elemento muy importante por su doble funcionalidad: la protección del libro y la presentación de la obra.
La elaboración de cada estuche se realiza a medida y de manera totalmente artesanal. Se va montando cada pieza de tal forma que el ensamblaje sea perfecto y adecuado al material elegido para su composición. La caja debe salvaguardar perfectamente al papel de la luz, y de la humedad, en lo medida de lo posible. Por ello, se construye una caja completa a la que se añade una solapa que contiene un imán interno, de tal forma que se asegure el cierre y la protección total del contenido.
La caja-estuche de Carvajal incluye una dificultad añadida al tener que contener los tres libritos a tamaño original que reproducen los manuscritos escritos por El Mozo. El encuadernador ha resuelto esta circunstancia creando un habitáculo interior en la contratapa superior para alojar a los tres libritos convenientemente protegidos.
La selección de materiales, colores y tipografías ha sido realizada conjuntamente por el equipo de edición, maquetación y encuadernación, buscando el equilibrio entre simbolismo y originalidad. De esta forma, se ha elegido un material de calidad, de fácil manejo y con una textura moderna.
Para la definición de los colores se ha tenido en cuento su significado alegórico:
El azul, uno de los colores primarios, está relacionado con la divinidad, ya que se asocia al cielo y a lo eterno. Al observar la naturaleza, las cosas que vemos más infinitas y grandes son el mar y el cielo, y precisamente se perciben de ese color; además ambos elementos están unidos a las vivencias de la familia Carvajal. Por otro lado, el azul se asocia al conocimiento, la fidelidad, la nobleza, la confianza y la idealización de lo utópico.
El amarillo, al igual que el azul, representa la inteligencia; facilita el estudio, la meditación y el poder de la palabra. Es el color del sol y la luz del día y por tanto sinónimo de claridad y juventud.
El azul marino, por su parte, simboliza la noche, lo infinito, la inmortalidad, lo sagrado y lo divino. Un juego de contrastes que pueden identificarse a lo largo de la historia de los Carvajal.
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Los manuscritos de Luis de Carvajal El Mozo son el eje central de esta obra y por ello merecen un tratamiento muy especial. La belleza de la tipografía utilizada por el joven Luis, el curioso tamaño de los libritos, las excelentes condiciones de conservación y la posibilidad de acceso a los documentos, hacían indispensable su reproducción.
La recreación de unos documentos originales siempre es compleja. En primer lugar, porque es imprescindible contar con un material de partida de gran calidad y, en segundo lugar, porque es necesario tomar decisiones con relación a su reproducción facsimilar, de tal forma que se asemejen lo máximo posible a los originales, mejorando su aspecto para un mejor disfrute de los mismos. En el caso de los manuscritos de Carvajal, la Biblioteca de Antropología e Historia de México permitió el acceso a los libros originales y a material fotográfico de alta calidad. Posteriormente desde España, se llevó a cabo el tratamiento de las imágenes por parte de expertos profesionales, ayudados de los programas más avanzados para conseguir un excelente resultado. Se ha trabajado en la limpieza de las fotografías, la reintegración de zonas deterioradas y la uniformidad de los tamaños para lograr una reproducción exquisita de los tres libritos que se conservan de Luis de Carvajal El Mozo.
El cosido de cada libro ha sido realizado a mano, a la manera tradicional, poniendo sumo cuidado en preservar el papel y la manejabilidad de los cuadernillos. De esta forma, se reproduce el sistema manual utilizado en los originales para amarrar los pliegos, un estilo que de ninguna manera se hubiera logrado empleando máquinas de coser. Finalmente, se ha optado por diseñar unas tapas como la de los manuscritos tradicionales, que envuelven a los tres libritos. De los originales únicamente se conserva las tapas en cuero de las Memorias. En este caso, se ha considerado más conveniente aunar los tres libros en un mismo envoltorio para dar uniformidad al conjunto y favorecer su protección. El resultado de esta edición facsimilar es sin duda una joya, que permite deleitarnos con los textos escritos por Luis, tal y como él los concibió: con sus anotaciones, tachones, rectificaciones y estructura formal. Además, nos da acceso a los primeros escritos judíos en América.
Se trata de un primer libro denominado Memorias de Luis de Carvajal: un pequeño cuadernillo elaborado en papel de trapo (9 cm de ancho por 10.5 cm de largo) con 34 páginas, en el que el judío escribe su historia desde que sale de Europa hasta su llegada a la Nueva España, la vida de su familia en Veracruz y los momentos antes de ser apresado por la Inquisición y sentenciado a morir en la hoguera. Los otros dos textos, de orden religioso, se refieren por un lado a Los artículos de nuestra sagrada fe o Lex Adonai o La ley de Dios (11 cm de ancho por 9.8 de largo), compuesto por siete hojas en latín remarcadas con letras de oro, y finalmente, El modo de adorar a Dios y ejercicio devotísimo de oración (9 cm de ancho por 11.5 de largo), lo utilizaba para orar en la celebración del Yom Kippur (Día del Perdón). Consta de 46 hojas y es un preámbulo de la oración que incluye algunos rezos del Antiguo Testamento. Estos textos, a pesar de ser firmados con el seudónimo de Joseph Lumbroso, se comprobó tras su análisis, que eran de la autoría de Luis de Carvajal el Mozo igualmente y cuentan con más de 400 años de antigüedad.
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Luis de Carvajal El Mozo, era un joven instruido y de gran habilidad para los idiomas. Sus manuscritos están escritos en cuatro lenguas diferentes: español antiguo, portugués, latín y hebreo. El equipo de la BNAH liderado por el Dr. Baltazar Brito, desde México, y el investigador del CSIC, el Dr. Javier Castaño, desde España, han logrado su paleografía completa.
De los tres libros, el primero, sus Memorias, fue anteriormente paleografiado en su mayoría por Alfonso Toro en 1944, aunque lamentablemente no pudo ser confrontado ni por él mismo con el original, debido a la desaparición de los tres libros en el año 1932 del Archivo General de la Nación de México, lugar donde se conservan todos los expedientes de la Inquisición en la época de la Nueva España. Tras el regreso a México de los documentos en 2016, el equipo de la BNAH de México, liderado por su director, el Dr. Baltazar Brito, realizó la transcripción paleográfica de los tres documentos completos, los dos religiosos totalmente inéditos. Según comentaba el propio Dr. Brito, “fueron unos documentos complicados de trabajar por estar escritos en varios idiomas, utilizando además muchas abreviaturas y con diferentes tipos de letra, una más cuidada que la otra porque, al parecer, no tenía las condiciones adecuadas para escribir”.
Tras el importante trabajo desarrollado por el equipo de la BNAH y de los descubrimientos de la Dra. Alicia Gojman, al identificar el significado de las tablas que quedaron sin trascribir en el tercer manuscrito, se hizo necesario recurrir a un tercer experto en la materia para revisar y unificar todos los hallazgos y trabajos previos. En este caso, fue el Dr. Javier Castaño, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, doctor en historia y licenciado en filología hebrea, quien culminó el trabajo con su importante aportación técnica y revisión completa de los tres manuscritos.
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