Jonás, el quinto de los profetas menores nombrados en el Antiguo Testamento tenía como mandato predicar en la ciudad de Nínive, pero desoyendo las órdenes de Dios, intentó irse en dirección contraria subiéndose a una barca con destino a Tarsis. Pero Dios descubrió su pecado y provocó una tormenta terrible que concluyó una vez que Jonás fue arrojado al mar. No obstante, el profeta no se ahogó, despertó dentro de una enorme ballena. Sintiéndose salvado, dio gracias a Dios, su salvador, y prometió cumplir su voto en Nínive, por lo que al tercer día, la ballena depositó a Jonás sano y salvo en tierra firme.
En el tercer librito de Luis de Carvajal, transcribe la oración sacada de la del santo Jonás. Capítulo 2, narrando el pasaje bíblico que Bayo representa mediante esta ilustración, representando el momento en el que la ballena engulle al profeta en medio de la tempestad. Atendiendo al cromatismo utilizado, destaca el contraste del azul vivo del mar con los colores apagados del gris del cielo y el marrón de los ropajes de Jonás.