Ezequías, decimotercer rey del reino independiente de Judá, es recordado por la purificación del templo, por la implantación de una reforma moral y religiosa, el restablecimiento del culto a Jehová y la celebración de la gran pascua de catorce días. Restableció también el empleo de los Salmos de David, Asaf y los proverbios de Salomón. Contribuyó a la prosperidad de su pueblo y del reino mediante el progreso de las obras públicas, el movimiento de reforma contra la idolatría y el derrocamiento del poder asirio en Judea.
Entre los símbolos que mandó destruir, hubo un objeto de gran valor histórico, de unos 700 años de edad, que en Judá gozaba de sumo respeto y era muy venerado. Era la serpiente ardiente o serpiente de bronce, por medio de la cual Dios había dado sanidad y salvación al pueblo de Israel al final del viaje por el desierto. Fariñas se fija en este símbolo para ensalzar la figura de este rey que defendió a su pueblo y lo devolvió a la senda del buen camino.