Era un 8 de diciembre, segundo domingo de adviento de 1596 y día de La limpia concepción de Nuestra Señora la Virgen María, cuando finalmente los sesenta y ocho reos, desfilaron desde el Convento de Santo Domingo hasta la Plaza Mayor, para escuchar su sentencia final. Rodeados de muchedumbre, desfilaban los acusados de bigamia, hechicería, blasfemia, fornicación y los reconciliados; finalmente los judaizantes, entre los que se encontraba doña Francisca de Carvajal, sus hijos Isabel, Catalina, Leonor y Luis y amigos como Manuel de Lucena, Manuel Díaz, Beatriz Enríquez de Payba y su hijo Diego. Todos portaban coroza y sambenito, y algunos iban sobre asnos, como afrenta mayor.
En la ilustración, Bayo representa la procesión de los acusados rumbo al cadalso, dando protagonismo, a través del color, a los sambenitos de los judaizantes. Al fondo, teñido en tonos rojizos y tierra, el perfil de la iglesia y la preparación de las pilas bajo un cielo turbio, que provoca cierta tensión; al frente, los religiosos y soldados que vigilan el desfile con mirada atenta y despectiva, vestidos en colores oscuros. Una escena llena de dramatismo para recoger los momentos previos al final inevitable.