Óleo sobre lienzo realizado por Eugenio Lucas Velázquez (1817-1870), inspirada en la obra de Goya.
En este cuadro el hombre, cubierto con una coroza y vestido con un sayón y el sambenito colgado al cuello, sujeta un crucifijo en la mano izquierda, mientras el gentío grita y se arrodilla burlescamente, mofándose de su desgracia. Formando pareja con este lienzo, se conserva también en el Museo del Prado la obra titulada Condenada por la Inquisición, con una mujer como protagonista del mismo tema.
Con una efectista utilización de los recursos pictóricos, de grueso y rico empaste, que contrasta con toques nerviosos y menudos del pincel, consigue una eficaz intensidad expresiva. El artista ilumina hábilmente las figuras que se desenvuelven en un constreñido e indefinido ámbito espacial, sugerido tan sólo por las tenues y desdibujadas siluetas de los edificios de la calle y fogonazos de luz, dispuestos con un indudable instinto efectista para intensificar la atmósfera agobiante y dramática de las escenas.