El Mozo acostumbraba a copiar salmos y oraciones en libritos que daba a sus familiares y amigos para que alimentasen su fe. Uno de esos libritos, un salterio, se lo entregó a su hermana para que le acompañase en sus rezos, y ella no lo abandonaba jamás. En una de esas ocasiones, en la que salió a lavar unas ropas, perdió el preciado libro, hecho que causó un gran desasosiego en la familia, ya que esto se produjo tras ser liberados del primer proceso llevado a cabo ante el Tribunal de la Inquisición.
El dibujo que prepara Fariñas para destacar otro de los pasajes relevantes en la historia de la familia, mencionado en sus Memorias, presenta una imagen dulce e inocente de la hermana. Toda la ilustración está centrada en ella: sus cabellos, su ropaje, su rostro concentrado, y en segundo término, como escondido y carente de importancia, el librito que causará tantas preocupaciones a Luis de Carvajal.